Marxismo y el fraude de la identidad sexual. Introducción a políticas Traileras, Jotas, indecisos, Trans y torcidos.
Dedicado a Juan, Queerroze y 8 que siempre me llenan de sabiduría.
Introducción.
Hablar de políticas traileras, jotas, indecisos, trans y torcidos es hacer una pauta en el discurso político “incluyente”. En el cual solo se habla de heterosexuales y homosexuales como identidades naturales y históricamente insertadas en la sociedad.
En la actualidad la comunidad LGBT no se identifica como traileras, Jotos, indecisos y torcidos siendo estas identidades las “que se cree que ocasionan la discriminación” la lesbiana masculina, el homosexual público, asumido y femenino, las personas abiertamente bisexuales, las personas transgénero y todas aquellos sujetos que asumen placeres “prohibidos” y visibilizan una identidad que comúnmente están fuera del espacio marginal de los heterosexuales, homosexuales “reivindicados socialmente” y lesbianas.
La teoría queer es la que alberga a todas estas identidades sean masculinas o femeninas abre una inclinación a todos los sujetos que no están dentro de la norma sexual.
Hacer teoría queer en el ámbito de la Sociología y del marxismo es un poco extraño. Propone un cierto acto de provocación y de reivindicación política. El crearla supone y suponen los demás que eres un joto o marica.
No para controlar los efectos indeseados de esa posición particular y depurar así el conocimiento, considerado como objetivo y universal tampoco para reconocer el discurso al sujeto que habla, como si éste fuera la causa o el origen de aquél, sino más bien para reconocer el campo discursivo en el que uno puede emerger como sujeto y que constituye al mismo los objetos que van a poderse observar (Córdoba, 2002).
No se trata de que el sujeto del conocimiento determine o produzca el campo de la objetividad, sino de un campo discursivo que produce a la vez a los sujetos en el conocimiento y a los objetos que es posible conocer. Construir un discurso sociológico y queer implica dar una situación, una postura inapropiada con el fin de mover los márgenes establecidos.
Comencemos…
“la conciencia de las masas obreras no puede ser una verdadera conciencia de clase si los obreros no aprenden –basándose en hechos y acontecimientos políticos concretos y, además, actuales sin falta—a observar a cada una de las otras clases sociales en todas las manifestaciones de su vida intelectual, moral y política; si no aprenden a hacer un análisis materialista y una apreciación materialista de todos los aspectos de la actividad y la vida de todas las clases, sectores y grupos de la población..”
-Lenin.
La esencia del marxismo científico consiste en el conocimiento de la independencia de las fuerzas realmente motoras de la historia respecto de la conciencia que tengan de ellas los hombres. Y es esta historia la que se presenta al pensamiento burgués como una tarea, pero precisamente como tarea que no se puede resolver. Pues ese pensamiento no tiene más que esta opción: o bien negar plenamente el proceso histórico y concebir las formas de organización del presente como leyes naturales eternas (Lukacs,1985).
Esta idea nos muestra que las clases antagónicas que surgen dentro del capitalismo nos hacen creer que son completamente naturales y que han existido desde todos los siglos. La burguesía no sólo como dueños de los medios de producción sino también de la conciencia y las ideas “moralistas” que necesita la burguesía para legitimar su explotación y la dominación con el discurso.
Y es a través del discurso donde se impone la norma de las clases sociales dominantes; esta norma influye en el campo sexual dividiéndolo en lo normal y lo anormal.
Resulta determinante comprender cómo se viven determinadas prácticas sociales en un momento dado, para comprender cómo se ve cada uno conducido a pensar en su propia sexualidad (NICOLAS, 1978).
En lo que cabe a las prácticas sexuales heterosexuales y homosexuales será importante preguntarse ¿Cómo y por qué los sujetos se identifican como homosexuales o heterosexuales con las consecuencias de lo que significa asumir la orientación?
El proceso de normalización sexual burgués apuntaba a mantener la imposición de una norma heterosexual obligatoria donde existía el marco de la imposición de la monogamia y patriarcal.
El sistema de reproducción del Capitalismo Global Integrado Heterosexual (CGIH), ha creado estas identidades como también los cuerpos en base a un sistema dicotómico y el género (PRECIADO, 2002).
Este sistema (CGIH) gobierna tanto en cualquier práctica sexual que va desde cómo hacer el amor, los comportamientos afectivos y la manera de vivir la propia vida; es decir, el cómo vivir el sexo -ser hombre y ser mujer-, la identidad sexual -el ser heterosexual ó ser homosexual-, y el género -ser masculino o femenino-.
La norma sexual, como cualquier forma de ideología, no es algo que exista de por sí; si se materializa en toda una serie de instituciones sociales que por su parte desempeñan otras funciones y según Althusser las prácticas siempre se encontraran debajo de una ideología y la ideología es impuesta a través de los Aparatos Ideológicos de Estado (AIE) los cuales son un cierto número de realidades que se presentan al sujeto bajo la forma de instituciones.
Cada uno de los AIE que propone Althusser influye en las prácticas sociales y sexuales del individuo; por ejemplo la iglesiaque nos hereda la creencia judeo - cristiana que infunde la norma de que la finalidad de la sexualidad es la procreación.
Siguiendo con la teoría de Althusser, hemos de considerar que todo individuo es ya desde siempre sujeto; por lo tanto, si el género funciona como mecanismo ideológico de producción subjetiva, todo individuo o sujeto será desde siempre hombre o mujer, estará marcado desde siempre por el género. Y esto en dos sentidos: de un lado, si no existe un antes al sistema de género, no se puede habitar fuera de él, incluso los actos de resistencia y subversión están posibilitados por ese sistema y se producen en relación con él; por otra parte, este ya desde siempre señala también hacia la producción ideológica de ese antes, la producción discursiva de una naturaleza o esencia previa al proceso de su producción, que siempre estuvo ahí, antes del proceso de construcción subjetiva, es decir, se produce como efecto la idea de que el género (y toda la sexualidad en sí) no es más que un reflejo, actualización, expresión de una esencia previa en lugar de ser una construcción social contingente y susceptible de cambiar (Córdoba, 2005).

También podríamos afirmar que la ideología que impone la norma sexual opera principalmente en la familia, la escuela y la iglesia. Las relaciones entre estas instituciones ha evolucionado históricamente; su peso ha cambiado en la actualidad.
(…)Y es en la escuela donde el adolescente, que se descubre “diferente” de los demás como consecuencia de su deseo, no entiende al principio que le corre; en la educación que se le inculca no dispone de ninguna referencia cultural con la cual poder identificarse de una manera positiva, no puede sino experimentar el sentimiento de su diferencia hasta el día en que, si no sofoca totalmente su deseo, le arrojen a la cara la etiqueta que lo marcará para toda su vida; porque antes de que el adolescente se asuma ya lo asumen como marica, joto o maricon. Ante esta asignación que le hace la consideración social, no tiene más remedio que retroceder, tratar la norma heterosexual – cuantos matrimonios existen con esta mentira- o bien recluirse en una desoladora castidad o, finalmente, identificarse con la etiqueta que le han puesto, aceptándose más o menos como homosexual. En tal caso, caerá en la trampa y quedará encerrado en el ghetto reservado a todos los sujetos que se identifiquen como homosexuales En la sociedad capitalista, la sexualidad ya no es únicamente de normalización como antes se conocía si no que ahora se ha convertido en parte importante del discurso político, económico y social.
La identidad sexual se expresa en el discurso actual del burgués conservador manifestando que el binarismo heterosexual / homosexual son dos identidades “naturales” que han existido desde siempre y que son para siempre; sin embargo, son espacios plásticos, son construcciones sociales, históricas y políticas.
Según Witting (1978) afirma que la heterosexualidad es, ante todo, un concepto económico que designa una posición específica en el seno de las relaciones de producción y de intercambio basada en la reducción del trabajo sexual, del trabajo de gestación y del trabajo de crianza.
Así mismo la identidad heterosexual no nace solo como concepto económico sino también como un discurso opresor de todo cuerpo que se identifique con la identidad y todo aquel cuerpo que se encuentre en la “otredad” o no se identifique como heterosexual se sienta raro o anormal.
El CGIH opera desde la heterosexualidad para asegurar la relación estructural entre producción de identidad de género y identidad sexual como si uno naciera heterosexual u homosexual o masculino y femenino.
La homosexualidad nace como identidad clínica al aparecer por primera vez en 1869 dentro del manual de Psicopatía del sexo escrito por Richard von Krafft-Ebing para anormalizarla y normalizar la heterosexualidad; sin embargo, a partir del activismo alemán en pro de los derechos de las personas que sentían atracción por personas de su mismo sexo fue como se comenzó a visibilizarse esta población que había sido históricamente reprimida. Sedwick ha mostrado cómo el establecimiento de los lazos homosociales que constituyeron las bases de la dominación masculina a partir del siglo XIX se basaron en la represión de la homosexualidad, entendida como relación erótica entre dos hombres(Cordoba, 2005).
Mostrándose el homosexual de afuera, el espacio social, político y publico que todo individuo tenía que rechazar -porque se sabía que era fuerte la violencia que se vivía por asumirse y la discriminación- también mostraba no solo eso sino una posibilidad de acercamiento: exponiendo el hombre una afirmación al asumirse heterosexual; es decir, soy heterosexual porque no soy homosexual.
El hacerse visible permitió que se vigilará y fue así como a partir de 1969 que aparece el termino gay como identidad política del sujeto que es homosexual para reivindicarse dentro de la sociedad.

A ojos de la clase dominante, la homosexualidad aparece y se creía como una de los factores de no integración social para cualquier tipo de gobierno tanto en países de derecha como de izquierda creyendo que no existe el deseo sexual y una discriminación con respecto a las personas que sienten atracción hacia personas de su mismo sexo tratando a todos aquellos que asumieran esa identidad como anormales o enfermos. La ideología de la identidad de homosexual, que consiste en teorizar una pretendida especificidad de los homosexuales en torno al hecho único de su sexualidad, tiene su fundamento objetivo en condición de opresión impuesta por el capitalismo constituye una forma de alineación especifica de los homosexuales frente a la ideología burguesa (Nicolas, 1978); es decir, las personas que se asumían como homosexuales o tenían sentimientos hacia personas de su mismo sexo se sentían sucias o enfermas y que socialmente iban a ser discriminadas y era por eso que acudían con sacerdotes, curanderos, psiquiatras y psicólogos para que se les curara.
La ideología de la identidad homosexual vino elaborándose a lo largo de todo el siglo XIX y siglo XX, principalmente con razonamientos “científicos”
Y argumentos clínicos de la psiquiatría aunque algunos psicólogos como Freud que se trataba de desconocer sus aportaciones menciono que el atractivo hacia el sexo contrario no es más natural ni espontáneo que el atractivo hacia el propio sexo.
La identidad gay desde su “salida del closet” fue cada vez más normalizada y tal como lo afirma Perlongher que la homosexualidad está desapareciendo pero no quiere decir que desaparecen las prácticas sexuales de personas del mismo sexo sino que se está desapareciendo el interminable festejo de la emergencia de la luz del día, lo que fue el mayor logro dentro del activismo en pro de los derechos humanos del siglo XX el día que salieron a la calle, revelando, demostrando, haciendo público ese amor que no se atrevía a decir su nombre ese año de 1973. El comienzo del movimiento de liberación homosexual en la famosa revuelta de Stonewall, el 28 de junio de 1969. Las políticas de liberación gay de los años 70 consiguieron el reconocimiento político y social exigiendo ciertos derechos civiles. Con el paso de los años el capital comprendió que había en estas comunidades un nuevo nicho de mercado y comenzó lo que se conoce como el pink marketing”. Con el paso de los años y la aparición del virus del VIH muchos de estos grupos van a conseguir moderar su discurso basándolo en una estrategia de integración en la “normalidad” –reivindicando la imagen que ocasiono el Sida- y en el acceso a privilegios heterocentrados y capitalistas como el derecho al matrimonio y la adopción por parte de gays y inseminación artificial para las mujeres lesbianas (Sáez, 2005).
Recordemos el pasaje histórico de aquellos amantes que no se atrevían a decir su nombre que fue del sodomita (herencia Judía) al pervertido (herencia cristiana), del libertino al homosexual (herencia siquiátrica y que suele aun hoy en día aplicarse en ciertas instituciones sociales) del homosexual al gay y del gay al padre de familia (gay reivindicado). Esta lógica y esta inclusión que nos muestra la historia no tiene lógica estas identidades tanto la heterosexual como la homosexual no han existido siempre se crearon para regularizar el esquema sexo/reproducción dentro del sistema capitalista. Estas identidades están llamadas a desaparecer un día. Hoy en día cada vez los sujetos no se identifican dentro de la dicotomía “natural” que maneja el capitalismo, cada vez son más los que rechazan esta exclusividad y deciden practicar y explorar con su cuerpo. Salir de esta lógica y no pensar dicotómicamente, es un reto cotidiano. Judith Butler (1990) menciona que más allá de las influencias sociales que coadyuvan en la construcción de nuestra subjetividad, nosotros también la construimos. El género, la sexualidad y nuestro sexo es el resultado de un proceso mediante el cual las personas recibimos significados culturales, pero también los innovamos. Estos cuerpos “extraños”, “incoherentes” que caen a fuera de la “norma”, nos indican entender el mundo de la categorización sexual que damos por sentado en un mundo construido, es más, como un mundo que bien pudiera construirse de manera diferente (Butler, 1990).
Elegir el género, la identidad sexual y el sexo significa que una persona interprete las normas de sexuales recibidas de tal forma que las reproduzca y las organiza de nuevo.
Y como lo afirma Preciado (2011) esto no quiere decir que no existan más personas que se asuman como heterosexuales o que tengan prácticas sexuales con personas de su sexo contrario sino que las condiciones de las condiciones de la producción sexual están cambiando drásticamente, y que estas se vuelven cada vez más similares a la producción de cuerpos y placeres que anteriormente eran considerados como desviantes o patológicos.
En el tiempo presente, todas las formas de sexualidad y de producción de placer están sujetas.
La identidad sexual por lo tanto no es la expresión o manifestación externa de un interior natural o esencial sino que la idea de la existencia de esa esencia interior es un efecto de una identidad que no es otra cosa que su propia manifestación externa (Cordoba, 2005).
Lukacs (1985) menciona que la conciencia de clase es la reacción racionalmente adecuada que se atribuye de este modo a una determinada situación típica en el proceso de producción. Esa conciencia no es; pues ni la suma ni la media de lo que los individuos singulares que componen, la clase piensan, sienten, etc. Y sin embargo, la actuación históricamente significativa de la clase como totalidad está determinada en última instancia por esta conciencia y no por el pensamiento, etc, del individuo y solo puede reconocerse por esa conciencia.
Acudiendo al concepto de Lukacs sobre conciencia de clase podríamos retomarlo a una conciencia sexual, es decir, ¿qué es lo que siento?, ¿cómo lo siento? y por supuesto ¿cómo lo quiero sentir?, pero esta conciencia ya está moldeada por todos los discursos históricos y políticos que existen de las clases dominantes sobre la homosexualidad que en su mayoría son discursos negativos o como los mencionamos coloquialmente: un “doble discurso”.
La reducción del deseo a un único componente, es un producto del proceso de normalización de la sexualidad por la ideología burguesa, que tiende a modelar, a través de la educación y de los modelos culturales que presenta, nos muestra a los heterosexuales y homosexuales casados con hijos exitosos, con poder adquisitivo y blancos, estos individuos son los que se cree que son aptos para cumplir su función social dentro del marco de la norma.
La oposición a esta imposición del CGIH está siendo sistemáticamente desvalorizada y opresiva con todos aquellos sujetos que denominaremos como proletarios del sexo, que son todas aquellas personas que se resisten a cumplir con esta obligación y que se atreven a jugar con su identidad.
El tabú hacia los sado masoquistas, bisexuales, asexuales y personas transgénero aparece ya marcado en la educación, en la cultura y en los medios de comunicación, ya sea a través de la invisibilización de estas identidades o presentando a estas como enfermas o ridículas. Esta forma de opresión, particularmente solapada e insidiosa, representa para estos proletarios del sexo grandes dificultades de identificación y reconocimiento social. Este es el motivo por el cual muchos sujetos experimentan dificultades de adaptación a las exigencias de la vida social, generando invisibilidad y al mismo tiempo los demás aspectos de la opresión que en su lucha pasaron las personas homosexuales como es: encierro en un ghetto, discriminación en el trabajo y en la familia, represión, ya sea política y/o judicial y sin dejar a un lado la patología clínica.
Aunque como paso con la homosexualidad y su ideología los proletarios del sexo tienden a replicar el fundamento material en las diversas formas y tal como lo menciona Jean Nicolas en la cuestión homosexual los ghettos que son otros lugares de reclusión.
Esta ideología de rechazo se encuentra interiorizada por los propios proletarios del sexo, dado que cuando adquieren conciencia de su deseo, no encuentran otro modelo más que el modelo clínico patológico que les presenta la ideología burguesa del pervertido es por eso que no se atreven a salir a luz pública prefiriendo así una doble vida o esconder su “naturaleza”. Nicolás señala que la misma ideología burguesa segrega y que hay que tener en cuenta que no existe un ghetto específico, sino diversas formas de encierro que no son homogéneas. No obstante todas estas formas corresponden a una necesidad precisa que más que a un deseo: la búsqueda de alguien con los mismos gustos, con quien poder charlar y no hacer la carga social tan pesada pues conocen más sujetos que comparten sus mismas “perversiones”.
Este ghetto que el mismo autor denomina comercializado tiende cada vez más a jerarquizarse entre salas de fiestas “selectas”. Menciona que así mismo es lógico que se esté en contra del ghetto porque es una forma parte del sistema de alienación particularmente mutilador de las relaciones humanas que instaura, sabemos también que existe debido al rechazo y la represión contra estas identidades fuera del cuerpo social porque puede llegar a pervertir y pudrir a la sociedad en la que vivimos.
Bibliografía:
ALTHUSSER, L.; “Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado” Editorial Tomo. Tercera Edición, año 2008. México D.F. 125 pág. ISBN 9789707753457.
BUTLER, J; “El Género en Disputa”;Editoral Paidos; Quinta Edición; año 2005. México D.F. 193 pág. ISBN: 9688534315.
CÓRDOBA, D; “Teoría Queer”. Egales editorial. Primera Edición; año 2002. España. 257 pág.
LUKACS, G; “Historia y Conciencia de Clase”. Editorial Grijalbo. Primera Edición; año 1978.
NICOLAS J; “La cuestión Homosexual”. Editorial Q. Tercera Edición; año 2004. México. 129 pág.
PRECIADO B; “Manifiesto Contrasexual” Editorial Opera Prima; Año 2000. Barcelona.
PRECIADO B: “El crepúsculo de la heterosexualidad como naturaleza” Libre distribución; Año 2011.
SÁEZ, J; “Teoría Queer”. Egales editorial. Primera Edición; año 2002. España. 257 pág.
Es importante señalar que este modelo establecido por la psicopatología del siglo XIX a través del manual ya mencionado manejaba la idea de que a un sexo masculino le correspondía naturalmente una expresión del género masculino y una orientación sexual heterosexual. A través de la historia podemos escuchar el discurso de los movimientos de liberación homosexual y podríamos detectar el sufrimiento y la represión profundamente sentido.